No
quiero ver el resto de mis pudores,
ni
seguir contando esta broma fatigada
La
mitad del mundo se las arregla con poco,
la
otra con casi nada.
Me
da no se que seguir siendo testigo, o intentar
hacer
lo mejor con el poco orgullo que me quedó.
No
quiero esa preocupación metálica que me atraviesa
todos
los días con noticias incisivas de revoluciones
ciegas,
que no te dejan exorcizar ese miedo que deprime
y es
como una recompensa concisa, rebelde, pequeña y
que
me atrapa en un suplicio firme y estremecedor.
No
quiero ver el resto de mis pudores, porque son breves
y no
me dejan hacer lo proibido.