En
esa tarde baje la calle, yo y mi soledad;
Sabia
elegir mis dolores, deslizando en pesadumbres,
y
ser duro, haciendo añicos, triturando ese diáfano horizonte,
quisiera
tener algún don inocente, un deseo, algo como
un
delirio saliendo de tus ojos.
En
esa tarde baje la calle, yo y mi soledad, la misma calle
las
mismas piedras el mismo sol, algo tiene este barrio
algo
estraño,talvés un acaso o distancias congeladas,
racimos
de agonía que se extiende en multitudes.
Qué
hacer cuando las promesas no son más que anónimos consuelos;
Mientras
pueda tornar soportable mis jaulas y mis
sentimientos,
Mis
asimismos muertos,
Mis
hernias de ilusión,
Mi
envidia lasciva, tan a mi alcance,
Podre
disfrazar mis dolores, ahorrando lo poco que me cabe de dignidad.
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